CUIDADO, ESPIGAS!!!!!!!!
Es en el inicio de la temporada estival cuando las gramíneas terminan su ciclo biológico. Por gramíneas no sólo hay que entender la cebada o el trigo, sino una inmensa cantidad de “malas hierbas” que abundan por nuestros campos, veredas de caminos y jardines.
En veterinaria, lo más interesante de las gramíneas son sus ESPIGAS. Es decir, sus inflorescencias, sus flores, las cuales se asientan sobre un raquis articulado protegidas por unas brácteas, de material fibroso y con alta capacidad para quedar prendidas al pelaje de nuestros animales.
Las gramíneas, para favorecer la dispersión de sus semillas, han diseñado esta elaborada espiga, capaz de “saltar” del tallo y fijarse a diversos materiales. El inconveniente de este eficaz sistema de la naturaleza, es que muchas de esas espigas acaban en lugares nada apropiados como:
- el espacio entre los dedos de las pezuñas
- la nariz
- los oídos
- la vulva
- el prepucio
- las axilas...
Una vez en estas ubicaciones, las espiguillas, gracias a su elaborado diseño, se clavan, incluso penetran en los tejidos de manera más profunda, con lo que originan daños más o menos graves.
1.- En el espacio interdigital (de manos y patas): en estos lugares la espiga se clava, llegando incluso a “desaparecer” bajo la piel, produciendo posteriormente un granuloma séptico capaz de dejar cojo a nuestro perro. Este granuloma es claramente visible por el propietario en forma de pequeño “bulto” en el espacio que hay entre los dedos del perro. Se trata de un absceso, es la respuesta orgánica a la agresión que supone la espiga. En un intento por eliminar el material extraño, se produce una reacción inflamatoria y purulenta, que suele acabar con la apertura de una fístula al exterior por donde se drena todo el material acumulado (espiga incluida). Son pocas las ocasiones en las que en vez de producirse un absceso, la respuesta del organismo es la formación de un quiste de retención. En este último caso, lo que se produce es una reacción fibrótica que pretende encapsular la espiga para mantenerla aislada.
2.- En la nariz: las costumbres olfatorias de nuestros perros hacen que, husmeando en el pasto, puedan aspirar estas espigas a través de las fosas nasales. La espiga se aloja en los cornetes nasales, los irrita y eso conseguirá que nuestro perro estornude fuertemente para intentar eliminarla, e incluso a veces puede llegar a sangrar por la nariz. Unas veces podrá expulsarla y en otras la espiga quedará anclada en los cornetes, con lo que los estornudos no se interrumpirán. En el peor de los casos, la espiga puede ser aspirada y pasar a pulmones causando posteriormente una neumonía por aspiración. El riesgo de que esto último suceda implica que los estornudos violentos tras sacar a nuestra mascota a pasear supongan una urgencia clínica.
3.- En los oídos: sobre todo en los perritos de orejas largas, péndulas y con abundante pelo. En cualquier caso, la espiga “salta”, “trepa” y finalmente se ubica dentro del conducto auditivo externo, causando fuerte dolor, ladeo de cabeza, sacudidas intensas de la cabeza, otitis e incluso perforación timpánica. Las espigas, una vez ubicadas en el interior del conducto auditivo, es muy difícil que puedan salir por si mismas ya que se quedan ancladas en el interior.
4.- En la vulva: no suelen ser frecuentes. En esta ocasión la espiga penetra a través de labios vulgares, asienta sobre el suelo de la vagina y acaba fistulizando por periné o por la región inguinal.
5.- En el pene: sucede como en el caso anterior. La espiga penetra por la apertura del prepucio y produce abscesos en la base del pene con fístulas por donde drena material sanguinolento. A veces, podemos ver trayectos fistulosos hasta casi la zona testicular e inguinal.
6.- En las axilas: son bastante habituales. Ocurre como en las que se quedan clavadas entre los dedos. En esta ocasión quedan prendidas al pelaje del pliegue axilar, se clavan en la piel y acaban produciendo un absceso.
RECOMENDACIONES GENERALES
Procurar que nuestros animales no deambulen o paseen por zonas con pasto abundante.
Después de salir a pasear con nuestra mascota, es importante revisar el pelaje para poder desprender las espigas prendidas. Hay que prestar atención especial a las ubicaciones nombradas anteriormente:
- espacio entre dedos
- axilas
- orejas…
Podemos retirar las espigas prendidas bien a mano o bien con un buen cepillado. Si alguna de ellas estuvieran ya clavadas basta con retirarlas con la mano y limpiar la zona con un desinfectante (yodo, agua oxigenada).
Si notamos que sacude con insistencia la cabeza, camina con la cabeza ladeada hacia uno u otro lado, restriega la cara contra el suelo o los objetos, o se queja cuando se manipulan las orejas; puede suceder que ya tengamos una espiga en el interior de la oreja (o de ambas) y será necesaria la revisión veterinaria mediante otoscopia directa. Habitualmente no es precisa sedación para esta manipulación, salvo en animales muy nerviosos o agresivos.
Si muestra un ojo fuertemente cerrado, lagrimeo intenso (muchas veces de color verdoso), párpados pegados por la secreción; también será necesaria la inspección veterinaria del ojo tras la instilación de gotas anestésicas oculares.
Si estornuda fuertemente, sangra por la nariz (normalmente solo sangran por la fosa nasal por la que penetró el cuerpo extraño), restriega el hocico contra el suelo o contra sus propias patas; en este caso será precisa la inspección de las fosas nasales. Para realizar esta maniobra será necesario, en la mayoría de los casos, la sedación suave del animal.
La aparición de pequeños nódulos o “bultos” entre los dedos, axilas, etc requerirá igualmente una inspección previa veterinaria. Si se determina que se trata de abscesos por cuerpos extraños (espigas) se procederá a la apertura de los abscesos maduros en busca del material extraño. Posteriormente se prescribirá pomada tópica con soporte antibiótico e higiene. Si el absceso no está maduro se pueden aplicar fomentos con agua templada-caliente con sal para provocar la apertura del absceso y drenaje de su contenido.
La temporada de peligro por las espigas se prolonga durante todo el verano. Con la llegada de las primeras lluvias todo este material se fija al suelo y es bastante más difícil que las dichosas espigas acaben en nuestro animal en vez de germinando en el suelo.
En veterinaria, lo más interesante de las gramíneas son sus ESPIGAS. Es decir, sus inflorescencias, sus flores, las cuales se asientan sobre un raquis articulado protegidas por unas brácteas, de material fibroso y con alta capacidad para quedar prendidas al pelaje de nuestros animales.
Las gramíneas, para favorecer la dispersión de sus semillas, han diseñado esta elaborada espiga, capaz de “saltar” del tallo y fijarse a diversos materiales. El inconveniente de este eficaz sistema de la naturaleza, es que muchas de esas espigas acaban en lugares nada apropiados como:
- el espacio entre los dedos de las pezuñas
- la nariz
- los oídos
- la vulva
- el prepucio
- las axilas...
Una vez en estas ubicaciones, las espiguillas, gracias a su elaborado diseño, se clavan, incluso penetran en los tejidos de manera más profunda, con lo que originan daños más o menos graves.
1.- En el espacio interdigital (de manos y patas): en estos lugares la espiga se clava, llegando incluso a “desaparecer” bajo la piel, produciendo posteriormente un granuloma séptico capaz de dejar cojo a nuestro perro. Este granuloma es claramente visible por el propietario en forma de pequeño “bulto” en el espacio que hay entre los dedos del perro. Se trata de un absceso, es la respuesta orgánica a la agresión que supone la espiga. En un intento por eliminar el material extraño, se produce una reacción inflamatoria y purulenta, que suele acabar con la apertura de una fístula al exterior por donde se drena todo el material acumulado (espiga incluida). Son pocas las ocasiones en las que en vez de producirse un absceso, la respuesta del organismo es la formación de un quiste de retención. En este último caso, lo que se produce es una reacción fibrótica que pretende encapsular la espiga para mantenerla aislada.
2.- En la nariz: las costumbres olfatorias de nuestros perros hacen que, husmeando en el pasto, puedan aspirar estas espigas a través de las fosas nasales. La espiga se aloja en los cornetes nasales, los irrita y eso conseguirá que nuestro perro estornude fuertemente para intentar eliminarla, e incluso a veces puede llegar a sangrar por la nariz. Unas veces podrá expulsarla y en otras la espiga quedará anclada en los cornetes, con lo que los estornudos no se interrumpirán. En el peor de los casos, la espiga puede ser aspirada y pasar a pulmones causando posteriormente una neumonía por aspiración. El riesgo de que esto último suceda implica que los estornudos violentos tras sacar a nuestra mascota a pasear supongan una urgencia clínica.
3.- En los oídos: sobre todo en los perritos de orejas largas, péndulas y con abundante pelo. En cualquier caso, la espiga “salta”, “trepa” y finalmente se ubica dentro del conducto auditivo externo, causando fuerte dolor, ladeo de cabeza, sacudidas intensas de la cabeza, otitis e incluso perforación timpánica. Las espigas, una vez ubicadas en el interior del conducto auditivo, es muy difícil que puedan salir por si mismas ya que se quedan ancladas en el interior.
4.- En la vulva: no suelen ser frecuentes. En esta ocasión la espiga penetra a través de labios vulgares, asienta sobre el suelo de la vagina y acaba fistulizando por periné o por la región inguinal.
5.- En el pene: sucede como en el caso anterior. La espiga penetra por la apertura del prepucio y produce abscesos en la base del pene con fístulas por donde drena material sanguinolento. A veces, podemos ver trayectos fistulosos hasta casi la zona testicular e inguinal.
6.- En las axilas: son bastante habituales. Ocurre como en las que se quedan clavadas entre los dedos. En esta ocasión quedan prendidas al pelaje del pliegue axilar, se clavan en la piel y acaban produciendo un absceso.
RECOMENDACIONES GENERALES
Procurar que nuestros animales no deambulen o paseen por zonas con pasto abundante.
Después de salir a pasear con nuestra mascota, es importante revisar el pelaje para poder desprender las espigas prendidas. Hay que prestar atención especial a las ubicaciones nombradas anteriormente:
- espacio entre dedos
- axilas
- orejas…
Podemos retirar las espigas prendidas bien a mano o bien con un buen cepillado. Si alguna de ellas estuvieran ya clavadas basta con retirarlas con la mano y limpiar la zona con un desinfectante (yodo, agua oxigenada).
Si notamos que sacude con insistencia la cabeza, camina con la cabeza ladeada hacia uno u otro lado, restriega la cara contra el suelo o los objetos, o se queja cuando se manipulan las orejas; puede suceder que ya tengamos una espiga en el interior de la oreja (o de ambas) y será necesaria la revisión veterinaria mediante otoscopia directa. Habitualmente no es precisa sedación para esta manipulación, salvo en animales muy nerviosos o agresivos.
Si muestra un ojo fuertemente cerrado, lagrimeo intenso (muchas veces de color verdoso), párpados pegados por la secreción; también será necesaria la inspección veterinaria del ojo tras la instilación de gotas anestésicas oculares.
Si estornuda fuertemente, sangra por la nariz (normalmente solo sangran por la fosa nasal por la que penetró el cuerpo extraño), restriega el hocico contra el suelo o contra sus propias patas; en este caso será precisa la inspección de las fosas nasales. Para realizar esta maniobra será necesario, en la mayoría de los casos, la sedación suave del animal.
La aparición de pequeños nódulos o “bultos” entre los dedos, axilas, etc requerirá igualmente una inspección previa veterinaria. Si se determina que se trata de abscesos por cuerpos extraños (espigas) se procederá a la apertura de los abscesos maduros en busca del material extraño. Posteriormente se prescribirá pomada tópica con soporte antibiótico e higiene. Si el absceso no está maduro se pueden aplicar fomentos con agua templada-caliente con sal para provocar la apertura del absceso y drenaje de su contenido.
La temporada de peligro por las espigas se prolonga durante todo el verano. Con la llegada de las primeras lluvias todo este material se fija al suelo y es bastante más difícil que las dichosas espigas acaben en nuestro animal en vez de germinando en el suelo.
La variedad de espigas que acaban con la visita al veterinario es muy amplia, depende de las especies de gramineas que pueblen la zona. Aquí os ponemos una pequeña muestra de las más habituales. No hay una peores que otras, ya que el daño dependerá de la zona en la que se acaben ubicando. Una espiga grande hará mucho más daño en el interior de un oído que una pequeña. Sin embargo, una espiga grande quedará retenida en los cornetes nasales con más facilidad que una pequeña, la cual tiene mucho mayor riesgo de aspiración.
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