TUMORES MAMARIOS EN LAS PERRAS
Los tumores en el tejido mamario son la neoplasia más
frecuente en las perras, representan aproximadamente el 50% de los tumores que
puede padecer nuestras hembras caninas.
Se detectan como nódulos duros, normalmente no dolorosos,
adheridos o no a planos profundos, inmersos en la glándula mamaria, pudiendo afectar incluso al pezón. Dependiendo
del momento en el que se realice la inspección pueden tener desde el tamaño de
pequeños garbanzos hasta masas enormes que cuelgan del abdomen de nuestras
perras como si fueran las mamas de una cabra.
La naturaleza del tumor mamario puede ser benigna o maligna,
pero en cualquier caso, ante la detección de nódulos en la mama de nuestras
perras es imprescindible la visita al veterinario para que ese tejido se
estudie y se extirpe a la mayor brevedad posible.
Los tumores de mama se presentan, habitualmente, en perras
de edad media a avanzada y están directamente relacionados con las hormonas
sexuales. De tal forma que, la esterilización temprana de nuestra mascota puede
disminuir hasta en un 97% la posibilidad de desarrollar tumores mamarios en un
futuro (si la ovariohisterectomía se realiza antes del año de edad de la
mascota).
Aquellas perras con tendencia a desarrollar embarazos
psicológicos tienen mayor posibilidad de padecer tumores de mama en un futuro.
Es aconsejable que el veterinario incluya la inspección del
tejido mamario en los exámenes de rutina de las hembras felinas y caninas,
sobre todo cuando la edad de éstas empieza a ser más avanzada. Del mismo modo,
el propietario puede hacer un tacto sencillo sobre el tejido mamario, una
maniobra fácil y que nuestra mascota entenderá, muy probablemente, como una
caricia.
Una vez detectada una masa en el tejido mamario, el
veterinario realizará una inspección completa de la mascota y de sus ganglios
linfáticos y recomendará la opción terapéutica más adecuada. Habitualmente ese
tratamiento pasa por quirófano, en donde se extraerá la masa y se estudiará
posteriormente para conocer su naturaleza.
Previo al paso por quirófano, es necesario un sencillo control preanestésico
que incluya:
-
Hematología básica: conocer el estado del
sistema inmunitario, glóbulos rojos y plaquetas.
-
Bioquímica básica: enzimas hepáticas,
creatinina, urea, proteínas totales, albúmina, glucosa.
-
Radiografía torácica: para valorar no solo la
silueta cardíaca de cara a la posterior cirugía, sino también para realizar el
estudio de los campos pulmonares en busca de posibles metástasis a distancia de
esos nódulos mamarios.
-
E.C.G.: conocer el ritmo cardíaco de nuestra
mascota es fundamental de cara a la posterior anestesia.
Decidida la opción quirúrgica ésta se puede abordar de
diferentes maneras:
-
Extirpando sólo el nódulo tumoral: no
aconsejable por el alto porcentaje de recidivas.
-
Extirpando el nódulo tumoral junto con la mama
afectada.
-
Extirpar nódulo tumoral, la mama afectada, la
inmediatamente anterior a ésta y la posterior (si las hubiere).
-
Extirpar la cadena mamaria completa.
En ese mismo acto
quirúrgico se decidirá si los ganglios linfáticos están afectados y en función
de ese dato puede que sean extirpados junto con el resto del tejido.
Hay que tener en cuenta que en la mayoría de las ocasiones
los tumores de mama son de presentación múltiple, es decir, afectan a varias
mamas a la vez. Quizás en el momento de la inspección solo se detecte un nódulo
o varios en una sola mama, pero meses más tarde encontremos con que el resto de
las mamas o algunas de ellas presentan más “bultos”.
También hay que considerar que determinadas estirpes
tumorales son de carácter maligno y tienden a metastatizar a órganos vitales
como hígado, pulmones, etc. Por lo que hay que ser radical a la hora de abordar
los tumores mamarios. No es aconsejable “esperar” a ver cómo evoluciona, sino
intervenir y retirarlos a la mayor brevedad posible. Se ha demostrado que cuando un tumor mamario
alcanza más de 3 cm de diámetro, la posibilidad de que haya metastatizado es
muy alta.
Muchos nódulos mamarios permanecen en el mismo punto, en
cuanto a tamaño, durante meses, pero no olvidemos que su carácter
hormonodependiente puede hacer que con cada celo esos pequeños nódulos den un
“estirón” y comprometan cada vez más cantidad de tejido mamario o de número de
mamas, dificultando la cirugía y empeorando el pronóstico a largo plazo.
No se trata de cirugías de urgencia, pero sí algo que hay
que planificar en un espacio de tiempo corto.
Muchas veces, en consulta, nos enfrentamos a nódulos
mamarios tan alarmantes como este caso, el que la masa tumoral afectaba a
varias mamas, era doloroso, medía más de 20 centímetros y había metastatizado a
pulmones por lo que, llegados a este punto, sólo se podía esperar al
fallecimiento natural de la perra o a la eutanasia. La cirugía de la mama no
aportaba nada más que retirar la molestia de una masa que llegó a pesar más de
2 kilos, era demasiado tarde.
En otras ocasiones este mismo tejido mamario, incapaz de soportar la tensión a la que es sometido por el crecimiento expansivo del tumor, acaba rompiéndose y ulcerándose, lo cual conlleva a complicaciones bacterianas que agravan aún más si cabe esta enfermedad.
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