EL CELO DE NUESTRAS MASCOTAS CANINAS
EL CELO EN LAS PERRAS
La edad en las que las perras tienen su primer celo es muy variable, algunas alcanzan el primer celo ( y por tanto la pubertad) a los seis, siete u ocho meses de vida, otras en cambio será a los 14 meses de edad.
Existen muchos factores que influyen en el momento de la llegada del primer celo (la raza canina, el desarrollo corporal- el primer celo es tanto más precoz cuanto más rápido es el desarrollo corporal-, la convivencia con otras hembras, etc) por lo que solo podemos estimar la edad aproximada en la que pudiera nuestra perra alcanzar la pubertad. Por ejemplo, las razas pequeñas o toys, como los yorkshire, pueden tener su primer celo con 8 meses de edad, un mastín, por el contrario, suele tener entre 12 y 14 meses cuando cela. Se considera patológico si la perra no ha entrado en celo antes de los dos años de edad.
Si nuestra hembra convive con un macho, éste detectará, gracias a las ferohormonas sexuales, la llegada del celo incluso antes de que éste sea visible por el propietario. Por este motivo, es importante estar atentos al comportamiento de nuestras mascotas, para que no lleguemos a tener una monta indeseada. De tal forma que, si nuestra perra tiene un desarrollo corporal adecuado (ha alcanzado al menos el 80% del peso estimado de adulto) y su edad ( ya comentamos que variaba mucho en función de las razas, las hay muy precoces y otras poco precoces) es compatible, a lo que unimos que nuestro macho olfatee con frecuencia la región vulvar de la hembra llegando incluso a intentar cubrirla, habrá llegado el momento de poner medios si no queremos que la perra geste.
Signos que el propietario puede visualizar en su perra para conocer el momento en el que el celo se aproxima:
-1 En la primera fase del "celo" la hembra sufrirá ciertos cambios hormonales que implicarán:
.- que atraiga a los machos
.- que los labios vulvares estén edematosos (engrosados y turgentes) y por ellos se escape un sangrado, el cual puede ser más o menos abundante.
Durante esta primera fase en la cual la hembra "mancha", ésta no se deja cubrir. Nuestra perra solo permitirá la monta si ha ovulado. El período de sangrado tiene una duración variable, desde 5 a 10 días, hasta incluso tres semanas. Se considera patológico una fase de sangrado vulvar superior a los 25 días.
-2 En la segunda fase del celo, es decir, la ovulación de la perra, ésta deja de manchar. Habitualmente se dice que las perras ovulan (entran en calores) el último día de manchado o incluso los días después a que deje de sangrar, pero esto no es una regla fija, ya que el momento de la ovulación varía mucho (unas perras ovulan al final del manchado, otras un par de días antes a dejar de manchar...) Lo que sí es un dato fijo es que la hembra solo es receptiva para la monta cuando ha ovulado.
En cuanto al periodo entre celos, decir que éste es muy variable, depende en gran medida de cada raza canina, unas ciclan cada 5, cada 6 o incluso cada 12 meses. De ahí la importancia de conocer la periodicidad del celo de nuestras mascotas para poder instaurar un buen control de los ciclos. Se considera patológico si nuestra mascota deja transcurrir más de un año entre cada celo.
Por tanto, si nuestra perra está manchando y no se deja montar, ha de ser vigilada para detectar el momento en el que será receptiva, para poder evitar las montas no deseadas. Evidentemente, por mucho que conozcamos a nuestra perra, jamás hay que permitir que conviva con un macho durante la época de celo, si no queremos que quede gestante.
Desde luego, existen métodos más precisos para conocer el momento del ciclo sexual en el que se haya nuestra perra. Éstos son los análisis de sangre para determinar los valores en los que se mueven las hormonas implicadas en los ciclos sexuales (GnRh, FSH, LH, estrógenos, progesterona), las citologías vaginales, ecografía, etc. Mediante estas técnicas es posible determinar con gran exactitud, tanto la proximidad del primer celo, como la etapa (proestro, estro, metaestro y diestro) del mismo ciclo sexual.
Si por accidente nuestra perra ha sufrido una monta indeseada son tres las técnicas válidas para determinar si se encuentra gestante o no:
- test de relaxina: mediante la toma de una muestra de sangre podemos estimar, en función de los niveles en sangre de esta sustancia, la existencia o no de gestación. La fiabilidad del resultado de esta técnica está ligada, en gran medida, a la manipulación de la muestra y rapidez con la que ésta es procesada. El margen de error con esta técnica es amplio en nuestra experiencia, por lo que damos preferencia a la ecografía.
- ecografía: diagnóstica a partir del día 22-25 de monta. Es un método no invasivo y muy fiable. Permite valorar malformaciones fetales, viabilidad de los fetos, presencia de sufrimiento fetal e incluso el poder contar los cachorros (aunque esto con cierto margen de error).
- radiografía: diagnóstica a partir del día 45 de monta. Es un método totalmente certero , permite contar los cachorros con mayor precisión que la ecografía. Los efectos negativos sobre los fetos o la madre son mínimos.
Si estamos seguros de la existencia de una monta no deseada, o nuestras sospechas tienen una alta probabilidad de que así sea (nuestra perra ha entrado en celo antes de lo que suponíamos y convive con un macho durante períodos de tiempo sin nuestro control, o sencillamente, se nos ha escapado estando en celo) podemos emplear sustancias o medicamentos con función abortiva cuya eficacia es mayor cuanto antes se aplican.
Hay que recordar que una hembra no se recomienda que quede gestante en los siguientes supuestos.
- Antes del segundo o tercer ciclo, puesto que aún no ha acabado su desarrollo corporal, es demasiado joven.
- Después de los cinco años de vida si nuestra perrita nunca ha parido con anterioridad.
- Después de los ocho años de vida si nuestra mascota ha parido con anterioridad.
- Si existen antecedentes de partos distócicos con compromiso vital para madre y cachorros.
- Si la madre presenta hernias que no han sido reparadas con anterioridad a la gestación, tales como hernias de ombligo, inguinales o perineales, ya que la distensión abdominal durante la gestación y, más tarde, los esfuerzos del parto, pueden agravar la situación de la hernia.
- Siempre que el veterinario de nuestra mascota lo desaconseje, como puede ser las mascotas con leishmaniosis, etc.
La aplicación de sustancias abortivas ha de realizarse siempre bajo control veterinario, puesto que existe la posibilidad de aparecer efectos adversos que han de ser tenidos en cuenta:
- Alteraciones digestivas (vómitos, diarreas, inapetencia)
- desajustes hormonales: con sus consecuentes síntomas.
- infertilidad
- infecciones vaginales, piómetras, etc
Aunque los productos abortivos han mejorado en cuanto a su farmacoterapia, son un recurso a utilizar en determinados casos, no como tratamiento rutinario. Si no podemos realizar un correcto control sobre los celos de nuestra mascota y no queremos camadas indeseadas hemos de interponer los medios adecuados:
1.- Para aquellas mascotas de las que esperamos, en un futuro próximo, tener una camada controlada: tratamientos hormonales, ya sean en forma de comprimidos de administración oral o inyectables. Estos productos nos permiten un control puntual, para uno, dos o un número determinado de celos, no siendo recomendables como tratamiento continuo dado que los efectos secundarios de dichas sustancias pueden derivar en desarrollo mamario, alteraciones hormonales, obesidad, diabetes, infecciones uterinas, etc.
2.- Para aquellas mascotas de las que no deseamos ninguna monta controlada: la esterilización precoz. Las intervenciones quirúrgicas programadas para esterilizar a nuestras mascotas son de bajo riesgo. Cierto que conllevan molestias, tanto a la mascota (tiene que llevar el collar isabelino, los puntos, dolor, antibioterapia, reposo…) como para el propietario (temor ante el quirófano, ver que nuestra perrita está molesta…), pero una vez que los puntos son retirados nos alegraremos de la decisión tomada puesto que ya no necesitaremos preocuparnos por los celos ni las montas indeseadas.
Como “extra” hay que señalar que las castraciones tempranas tienen una serie de efectos beneficiosos secundarios:
- las perras castradas antes de su primer año de vida tiene menos posibilidades de desarrollar tumores mamarios en un futuro (la posibilidad se reduce hasta un 97%). Esta probabilidad de acabar desarrollando un tumor mamario es tanto mayor cuanto más posponemos el momento de la castración.
- La posibilidad de desarrollar una piómetra en un futuro es casi del 0%.
En contrapartida, hay que apuntar que la esterilización de nuestra perra puede conllevar que ésta desarrolle un cuadro de obesidad si no cuidamos su dieta. Esto es así porque los animales castrados tienen una menor sensación de saciedad (necesitan más comida para poder saciar su apetito) y su tendencia es a ser más anabólicos (lo que ingieren les alimenta el doble). Para atender las nuevas necesidades de nuestra mascota esterilizada existen alimentos comerciales que van a impedir que nuestra mascota acabe con sobrepeso.
Es importante, cuando uno decide esterilizar a su mascota, no trasladar sentimientos humanos a nuestro animal. Ellos no se “sienten castrados”, ni nos van a culpar por nuestra decisión. No es una mutilación sino un acto controlado, para que nuestra mascota pueda convivir con nosotros sin que ello nos aporte mil y un problemas. Las camadas indeseadas suponen un grave problema de natalidad, con cientos, por no decir miles, de animales sin hogar, que se ven abocados a una muerte prematura, o a una vida de confinamiento a la espera de alguien que desee adoptarlos.
La edad en las que las perras tienen su primer celo es muy variable, algunas alcanzan el primer celo ( y por tanto la pubertad) a los seis, siete u ocho meses de vida, otras en cambio será a los 14 meses de edad.
Existen muchos factores que influyen en el momento de la llegada del primer celo (la raza canina, el desarrollo corporal- el primer celo es tanto más precoz cuanto más rápido es el desarrollo corporal-, la convivencia con otras hembras, etc) por lo que solo podemos estimar la edad aproximada en la que pudiera nuestra perra alcanzar la pubertad. Por ejemplo, las razas pequeñas o toys, como los yorkshire, pueden tener su primer celo con 8 meses de edad, un mastín, por el contrario, suele tener entre 12 y 14 meses cuando cela. Se considera patológico si la perra no ha entrado en celo antes de los dos años de edad.
Si nuestra hembra convive con un macho, éste detectará, gracias a las ferohormonas sexuales, la llegada del celo incluso antes de que éste sea visible por el propietario. Por este motivo, es importante estar atentos al comportamiento de nuestras mascotas, para que no lleguemos a tener una monta indeseada. De tal forma que, si nuestra perra tiene un desarrollo corporal adecuado (ha alcanzado al menos el 80% del peso estimado de adulto) y su edad ( ya comentamos que variaba mucho en función de las razas, las hay muy precoces y otras poco precoces) es compatible, a lo que unimos que nuestro macho olfatee con frecuencia la región vulvar de la hembra llegando incluso a intentar cubrirla, habrá llegado el momento de poner medios si no queremos que la perra geste.
Signos que el propietario puede visualizar en su perra para conocer el momento en el que el celo se aproxima:
-1 En la primera fase del "celo" la hembra sufrirá ciertos cambios hormonales que implicarán:
.- que atraiga a los machos
.- que los labios vulvares estén edematosos (engrosados y turgentes) y por ellos se escape un sangrado, el cual puede ser más o menos abundante.
Durante esta primera fase en la cual la hembra "mancha", ésta no se deja cubrir. Nuestra perra solo permitirá la monta si ha ovulado. El período de sangrado tiene una duración variable, desde 5 a 10 días, hasta incluso tres semanas. Se considera patológico una fase de sangrado vulvar superior a los 25 días.
-2 En la segunda fase del celo, es decir, la ovulación de la perra, ésta deja de manchar. Habitualmente se dice que las perras ovulan (entran en calores) el último día de manchado o incluso los días después a que deje de sangrar, pero esto no es una regla fija, ya que el momento de la ovulación varía mucho (unas perras ovulan al final del manchado, otras un par de días antes a dejar de manchar...) Lo que sí es un dato fijo es que la hembra solo es receptiva para la monta cuando ha ovulado.
En cuanto al periodo entre celos, decir que éste es muy variable, depende en gran medida de cada raza canina, unas ciclan cada 5, cada 6 o incluso cada 12 meses. De ahí la importancia de conocer la periodicidad del celo de nuestras mascotas para poder instaurar un buen control de los ciclos. Se considera patológico si nuestra mascota deja transcurrir más de un año entre cada celo.
Por tanto, si nuestra perra está manchando y no se deja montar, ha de ser vigilada para detectar el momento en el que será receptiva, para poder evitar las montas no deseadas. Evidentemente, por mucho que conozcamos a nuestra perra, jamás hay que permitir que conviva con un macho durante la época de celo, si no queremos que quede gestante.
Desde luego, existen métodos más precisos para conocer el momento del ciclo sexual en el que se haya nuestra perra. Éstos son los análisis de sangre para determinar los valores en los que se mueven las hormonas implicadas en los ciclos sexuales (GnRh, FSH, LH, estrógenos, progesterona), las citologías vaginales, ecografía, etc. Mediante estas técnicas es posible determinar con gran exactitud, tanto la proximidad del primer celo, como la etapa (proestro, estro, metaestro y diestro) del mismo ciclo sexual.
Si por accidente nuestra perra ha sufrido una monta indeseada son tres las técnicas válidas para determinar si se encuentra gestante o no:
- test de relaxina: mediante la toma de una muestra de sangre podemos estimar, en función de los niveles en sangre de esta sustancia, la existencia o no de gestación. La fiabilidad del resultado de esta técnica está ligada, en gran medida, a la manipulación de la muestra y rapidez con la que ésta es procesada. El margen de error con esta técnica es amplio en nuestra experiencia, por lo que damos preferencia a la ecografía.
- ecografía: diagnóstica a partir del día 22-25 de monta. Es un método no invasivo y muy fiable. Permite valorar malformaciones fetales, viabilidad de los fetos, presencia de sufrimiento fetal e incluso el poder contar los cachorros (aunque esto con cierto margen de error).
- radiografía: diagnóstica a partir del día 45 de monta. Es un método totalmente certero , permite contar los cachorros con mayor precisión que la ecografía. Los efectos negativos sobre los fetos o la madre son mínimos.
Si estamos seguros de la existencia de una monta no deseada, o nuestras sospechas tienen una alta probabilidad de que así sea (nuestra perra ha entrado en celo antes de lo que suponíamos y convive con un macho durante períodos de tiempo sin nuestro control, o sencillamente, se nos ha escapado estando en celo) podemos emplear sustancias o medicamentos con función abortiva cuya eficacia es mayor cuanto antes se aplican.
Hay que recordar que una hembra no se recomienda que quede gestante en los siguientes supuestos.
- Antes del segundo o tercer ciclo, puesto que aún no ha acabado su desarrollo corporal, es demasiado joven.
- Después de los cinco años de vida si nuestra perrita nunca ha parido con anterioridad.
- Después de los ocho años de vida si nuestra mascota ha parido con anterioridad.
- Si existen antecedentes de partos distócicos con compromiso vital para madre y cachorros.
- Si la madre presenta hernias que no han sido reparadas con anterioridad a la gestación, tales como hernias de ombligo, inguinales o perineales, ya que la distensión abdominal durante la gestación y, más tarde, los esfuerzos del parto, pueden agravar la situación de la hernia.
- Siempre que el veterinario de nuestra mascota lo desaconseje, como puede ser las mascotas con leishmaniosis, etc.
La aplicación de sustancias abortivas ha de realizarse siempre bajo control veterinario, puesto que existe la posibilidad de aparecer efectos adversos que han de ser tenidos en cuenta:
- Alteraciones digestivas (vómitos, diarreas, inapetencia)
- desajustes hormonales: con sus consecuentes síntomas.
- infertilidad
- infecciones vaginales, piómetras, etc
Aunque los productos abortivos han mejorado en cuanto a su farmacoterapia, son un recurso a utilizar en determinados casos, no como tratamiento rutinario. Si no podemos realizar un correcto control sobre los celos de nuestra mascota y no queremos camadas indeseadas hemos de interponer los medios adecuados:
1.- Para aquellas mascotas de las que esperamos, en un futuro próximo, tener una camada controlada: tratamientos hormonales, ya sean en forma de comprimidos de administración oral o inyectables. Estos productos nos permiten un control puntual, para uno, dos o un número determinado de celos, no siendo recomendables como tratamiento continuo dado que los efectos secundarios de dichas sustancias pueden derivar en desarrollo mamario, alteraciones hormonales, obesidad, diabetes, infecciones uterinas, etc.
2.- Para aquellas mascotas de las que no deseamos ninguna monta controlada: la esterilización precoz. Las intervenciones quirúrgicas programadas para esterilizar a nuestras mascotas son de bajo riesgo. Cierto que conllevan molestias, tanto a la mascota (tiene que llevar el collar isabelino, los puntos, dolor, antibioterapia, reposo…) como para el propietario (temor ante el quirófano, ver que nuestra perrita está molesta…), pero una vez que los puntos son retirados nos alegraremos de la decisión tomada puesto que ya no necesitaremos preocuparnos por los celos ni las montas indeseadas.
Como “extra” hay que señalar que las castraciones tempranas tienen una serie de efectos beneficiosos secundarios:
- las perras castradas antes de su primer año de vida tiene menos posibilidades de desarrollar tumores mamarios en un futuro (la posibilidad se reduce hasta un 97%). Esta probabilidad de acabar desarrollando un tumor mamario es tanto mayor cuanto más posponemos el momento de la castración.
- La posibilidad de desarrollar una piómetra en un futuro es casi del 0%.
En contrapartida, hay que apuntar que la esterilización de nuestra perra puede conllevar que ésta desarrolle un cuadro de obesidad si no cuidamos su dieta. Esto es así porque los animales castrados tienen una menor sensación de saciedad (necesitan más comida para poder saciar su apetito) y su tendencia es a ser más anabólicos (lo que ingieren les alimenta el doble). Para atender las nuevas necesidades de nuestra mascota esterilizada existen alimentos comerciales que van a impedir que nuestra mascota acabe con sobrepeso.
Es importante, cuando uno decide esterilizar a su mascota, no trasladar sentimientos humanos a nuestro animal. Ellos no se “sienten castrados”, ni nos van a culpar por nuestra decisión. No es una mutilación sino un acto controlado, para que nuestra mascota pueda convivir con nosotros sin que ello nos aporte mil y un problemas. Las camadas indeseadas suponen un grave problema de natalidad, con cientos, por no decir miles, de animales sin hogar, que se ven abocados a una muerte prematura, o a una vida de confinamiento a la espera de alguien que desee adoptarlos.
Comentarios
mas q un comentario es una pregunta
una amiga tiene una perrita de raza pequeña y hace 2 meses q le llego su primer celo ahora tiene 8 meses
y presenta una inchazon en sus mamas (las q estan al final)quisiera saber pork se produciera esa reaccion si pudieras ayudarme con alguna respuesta del porque te lo agradeceria.
Se trata de un proceso muy frecuente en las perras, de hecho, entre el 50 al 75% de nuestras perras padecerán este tipo de trastorno en algún momento de su vida, independientemente de si han gestado alguna vez o no.
La reacción mamaria, esa inflamación que comentas, es debida al influjo de dos hormonas, por un lado, la progesterona, que es la que hace que la mama aumente de tamaño (algunas veces se ponen realmente tensas y sonrosadas) y de la prolactina, que conseguirá que la susodicha mama produzca leche.
La psedogestación puede cursar con signos de diferente intensidad, desde un leve desarrollo mamario con poca lactación hasta un cuadro muy parecido a un parto real, con jadeos, nerviosismo e incluso adopción de objetos inanimados como si fuesen sus cachorros.
Lo habitual es que se trate de un proceso pasajero, que evoluciona a lo largo de unas semanas de forma favorable. Será preciso el tratamiento veterinario si las mamas están muy inflamadas, dolorosas, calientes al tacto, con abundante lactación o leche de color anómalo (rojiza, marrón, maloliente) o cuando el comportamiento de la perra es inapropiado (agresiva, no come, etc).
Lo habitual es que, transcurridos esos días, la mama regrese a su estado habitual, aunque siempre un poquito más grandes que al principio, es lo que se llama una ganancia positiva. Las mamas inguinales, las traseras, son las que poseen más tejido mamario, por eso la reacción de éstas a las hormonas es mucho mayor que en el resto de la cadena mamaria, las cuales se inflaman mucho menos.
Un saludo. Marisa