La leishmaniosis

Artículo revisado el 11/09/18

Inauguramos nuestros artículos con la mención de esta enfermedad tan frecuente en la zona en la que vivimos.
Son muchos los artículos que se pueden encontrar en internet acerca de la leishmaniosis, así que, lejos de aportar más información técnica, redactaremos las consultas que más se realizan en nuestra clínica, y desde luego también las respuestas.

1.- ¿Cómo puedo saber si mi perro ha contraído esta enfermedad?

Es habitual encontrar en el día a día, a múltiples propietarios que, teniendo a su perro perfectamente sano, ya han oído hablar de la leishmaniosis, de sus consecuencias y de lo terrible que puede llegar a ser. Los vecinos, los amigos, la red...son muchos los lugares en los que uno puede oir hablar de ella y, al final surgen las dudas.
La manera más fiable para detectar esta patología, antes de que los signos clínicos resulten evidentes, es la realización de una sencilla analítica sanguínea. Es una técnica rápida, molesta en el sentido de tener que inmovilizar a los perritos poco colaboradores, pero muy eficaz y de alta fiabilidad. Aunque nuestra mascota se muestre aparentemente sana, es muy aconsejable realizar estos chequeos sanguíneos, al menos una vez al año, para detectar precozmente esta enfermedad. Esto es así porque los animales tratados de manera temprana, y antes de mostrar síntomas, tienen un pronóstico muchísimo más favorable que aquellos que ya llegan a nuestras instalaciones con signos claros de esta enfermedad.
No hay que olvidar que se trata de una enfermedad con un largo período de incubación (un mínimo de 3 meses, llegando incluso al año) y que durante ese tiempo nuestro perro aparentará un estado de salud normal.
El mejor momento para la realización de estos análisis depende de la epidemiología y de las características de la zona. En Pioz, en concreto, la mejor época son los meses de marzo y abril. La realización de un segundo análisis en torno al mes de noviembre, resultaría óptimo si se quiere extremar el control de nuestra mascota.

2.- ¿Puede mi perro enfermo transmitirme la leishmaniosis?

NO. Jamás, por ninguna de las vías ni ninguno de sus fluidos. Ni por orina, ni por heces, ni por mordedura. No es biológicamente posible. La única vía de transmisión a humanos es a través de la picadura de un mosquito Phlebotomus que anteriormente haya picado a un perro enfermo y sea portador de este protozoo. Indudablemente es el mosquito el transmisor.

3.- ¿Se cura?

Podemos lograr la estabilidad clínica de nuestros pacientes durante períodos de tiempo variables y siempre dependiendo del daño que haya causado la enfermedad en el perro, de los órganos afectados, de la tolerancia a los fármacos, etc. Lo que no es posible es la esterilidad del parásito, es decir, que se trata de una patología crónica, con períodos de recaídas que obligan a un seguimiento riguroso del animal.

4.- ¿Puede ocasionar la muerte de mi perro?

SI. Pero no de forma obligatoria ni en todos los casos, dependerá del estado del perro en el momento de la detección de la patología, de los daños existentes y de la respuesta a la terapia.

5.- ¿Puede transmitirlo a otros perros?

La transmisión a otros animales (perros o no) se realiza de la misma manera que lo mencionado para las personas, de forma casi exclusiva por la picadura del mosquito portador. La única excepción es la transfusión de sangre completa de un perro enfermo a otro sano.
Y existen dos nuevas excepciones. A día de hoy ya se ha demostrado que la transmisión sexual durante el coito es posible (no siempre ni en todos los casos, pero sí es posible). Del mismo modo, también existe la posibilidad de la transmisión a través de la placenta durante la gestación, de tal manera que una perra infectada de leishmania puede parir una camada infectada. Igual que ocurre con la monta, no siempre ni en todos los casos, pero sí, a día de hoy los perros ya pueden nacer con leishmaniosis.

6.- ¿Se afectan otros animales? ¿mi gato corre peligro?


Son varias las especies que pueden ser afectadas por la leishamaniosis, pero no todas con la misma sensibilidad que el perro.
De hecho, aunque ya se detectan casos de leishmania en gatos, su incidencia es baja en comparación con los perros ya que son más resistentes a esta patología. El caballo es aún más resistente que el gato a padecer leishmaniosis.
Existen especies, como las gallinas o los conejos y liebres, que siendo portadores de leishmania ocupan un papel epidemiológico en proceso de estudio.
En otros países, las especies hospedadoras de leishmania pueden ser roedores, vacas e incluso cocodrilos.

7.- ¿Qué puedo hacer para proteger a mi perro?

- Implantar productos repelentes de mosquitos durante los meses cálidos (meses de abril a septiembre ambos inclusive), ya sea en forma de collares, ampollas o sprays, pero siempre asegurándose de que el producto es adecuado para este fin.
- Realizar analíticas sanguíneas anuales o semestrales para detectar la enfermedad antes de que haya podido lesionar al perro. La esperanza de vida y la eficacia del tratamiento depende de la precocidad en su diagnóstico y tratamiento posterior.
- Evitar que duerma en el exterior. Un perro, en una noche tranquila de verano, puede ser picado varias docenas de veces.
- Mantener las parcelas y jardines limpios y desbrozados ya que los mosquitos Phlebotomus ponen sus huevos en materia vegetal en descomposición. La intención de estas medidas es la de alterar el hábitat del mosquito.
- En los perros que ya han sido infectados es importante seguir las medidas que determine su veterinario.

Se trata de un tema extenso, desde luego quedan muchas más preguntas en el tintero. No dudéis en preguntar.

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