De cuando nuestra mascota nos dice adios.

La eutanasia de nuestra mascota no es un tema agradable, aunque en muchas ocasiones es inevitable. Supone una situación tensa, desagradable, llena de emociones que muchas veces ni siquiera pensábamos que podíamos guardar dentro. Quizás esas mismas emociones saquen lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros.

Quiero dejar clara la actuación de nuestro centro en estos temas, para poder desahogarme un poco, lo reconozco, pero también para que no existan dudas sobre nuestra integridad y honestidad en este tema tan complicado.

La eutanasia es un acto médico, libre, que el propietario de la mascota ha de solicitar de manera expresa. Nosotros, como veterinarios, solo podemos asesorar sobre la situación clínica de nuestros pacientes, informar sobre la evolución de su patología, el grado de sufrimiento o de las implicaciones legales de un perro que acaba de producir lesiones a una persona tras un ataque. No es nuestra decisión, sino nuestro consejo ante situaciones extremas, el propietario decide porque ES SU MASCOTA.

Cuando la decisión está tomada somos conscientes de la situación, de las emociones que surgen, del dolor que provoca decidir el momento de la muerte de un animal que tanto hemos querido. Porque nosotros también tenemos mascotas, hemos pasado por este trance y porque somos humanos.

Lo que se aplica es una inyección anestésica intravenosa que causa una inmediata pérdida de la consciencia de la mascota. No produce sensación agónica, ni angustia, ni sensación de asfixia, ni dolor. El animal pierde la consciencia en unos pocos segundos, ni siquiera es consciente de que se duerme. Unos momentos más tarde se produce una parada cardio-respiratoria y el animal fallece, situación que verificamos SIEMPRE.

Es un momento duro, porque el propietario ve como su perro se desploma y queda con los ojos abiertos, deja de respirar y finalmente, el temblor de su pecho producido por el golpeteo del corazón, se detiene.

Ofrecemos a nuestros clientes todas las opciones, que estén presentes en el proceso, que no lo estén, les damos unos minutos para despedirse si así lo desean, intentamos darles algo de intimidad aunque reconozco que no siempre lo consigo pues hay momentos del día en los que la clínica hierve de actividad (pero estamos mejorando).

Tras estos minutos tan tristes queda la decisión de la retirada del cadáver. En este aspecto somos igualmente abiertos: el propietario puede llevarse el cadáver de su fiel amigo o puede optar por que la clínica lo retire. No hay obligación hacia una opción o hacia otra.
Lo que sí es cierto es que los costes no son los mismos. Sí, ya lo sé, el dinero siempre en medio, siempre el dinero. Nos resulta desagradable este paso, el abonar los honorarios, por eso ofrecemos la posibilidad de que se pasen a abonarlos otro día cuando los nervios se calman y  no están tan a flor de piel.

Si el propietario se lleva el cadáver (que legalmente es suyo y no de la clínica), se lo entregamos envuelto en la toalla, manta o soporte que el dueño solicite. Si no dispone de nada de eso, nosotros lo depositamos en bolsas estancas. Son feas, parece quizás que tratamos al cadáver como a un trozo de carne pocha o basura, pero el motivo es distinto. Cuando fallecen nuestras mascotas se pierden los esfínteres, con lo cual se orinan, defecan, algunos sueltan fluidos por la nariz o por la boca. Otras veces el cadáver es retirado 24 horas más tarde y se producen olores. Cuando un cliente nos ve meter un pastor alemán de 40 kilos en una bolsa no pretendemos ofenderle, ni somos insensibles con su mascota fallecida, es solo que no disponemos de ataudes o cajas estancas individuales. Por eso procuramos hacerlo sin él presente, porque sabemos que duele.

Si el cadáver se queda bajo la tutela del centro disponemos de dos opciones:
   - Incineración colectiva (más económica).
   - Incineración individual (más costosa).

Dichos procesos son realizados por empresas reconocidas, con trayectoria demostrable, serias y que disponen de medios adecuados para este fin.
Los cadáveres se conservan congelados en nuestras instalaciones hasta que son retirados. El tiempo de permanencia en el centro varía mucho, depende del tamaño del perro, de la disponibilidad de los centros de recogida y de la situación de la propia nevera. Quiero dejar claro que NO LOS DEJAMOS TIRADOS EN MITAD DE LA CALLE HASTA QUE SON RECOGIDOS, NO LOS ABANDONAMOS, NO LOS MUTILAMOS, NO PRACTICAMOS MAGIA NEGRA CON ELLOS, NO TRAFICAMOS. En una palabra, NOS IMPORTAN.

La retirada se realiza en contendores plásticos estancos o en furgonetas isotermo. Aquí voy a insistir NO LOS DEJAN TIRADOS EN LAS CUNETAS que es de lo que este mismo día 10 nuestro centro ha sido acusado.

Si el cliente lo solicita elaboramos un certificado que verifique este acto, normalmente esto se realiza para poder realizar las bajas en seguros de responsabilidad civil o en determinados censos. Este día 10 de julio ha sido la primera vez en mis 16 años de profesión  en los que un cliente me ha exijido un certificado porque dudaba de mi honestidad con el destino del cadáver de su mascota, del mismo modo que dudaba de la integridad de las empresas que nos prestan sus servicios. Y sí, lo reconozco, eso me ha dolido mucho, muchísimo.

Durante varias legislaturas hemos hablado con el alcalde y concejales de sanidad del momento solicitanto los servicios municipales para la retirada de cadáveres sin lograr nada. Del mismo modo, la mancomunidad no nos presta sus servicios y tras solicitar autorización para instalar una incineradora nos ha sido denegada. Esta situación nos ha llevado a disponer de empresas externas que cumplan con estos cometidos.
Estas empresas cobran por sus servicios, algo que en ocasiones no se entiende, pero es así. Cobran por venir a recoger los cadáveres y luego por los kilos de peso o bien por el número de bultos. No es gratis, ójala lo fuera, nosotros deseamos que lo sea, pero no está en nuestra mano.

De entre las empresas que retiran los cadáveres de mascotas de nuestro centro hay dos que son nuestras preferidas:
   - El cementerio canino El Último Parque: en donde se realizan incineraciones colectivas, pero también disponen de tumbas individuales si así lo desean los dueños. Podéis ver sus servicios en www.elultimoparque.com.
   - El crematorio canino Hadescan, es algo más caro, realizan incineraciones colectivas, pero también individuales. www.hadescan.com.

 Sala espera Hadescan.

La garantía de que este acto médico y la retirada del cadáver se han realizado de manera adecuada es nuestra propia dignidad, nuestra humanidad y nuestro título veterinario. Si el cliente solicita un certificado se lo elaboramos.
Posiblemente sea culpa nuestra no realizar certificados de defunción de manera sistemática, muchos de nuestros clientes no quieren conservar recuerdos de sus mascotas porque les produce dolor, otros sencillamente no lo necesitan para nada y confían en nuestro buen hacer, algunos los piden para poder solicitar las bajas en seguros o documentos censales. Pero...en mis 16 años de profesión he tenido al primer cliente que ha dudado de mi integridad como profesional, ha cuestionado mi buen hacer, ha dicho expresamente que lo mismo su mascota "ha sido tirada en una cuneta porque no se fía de esas empresas". El certificado veterinario oficial que se le ha elaborado poniendo mi propio título (lo que más valoro en esta vida junto con mi familia y mi hijo) como garante no le ha servido de nada.  Cómo ha dolido eso...
Quizás tengamos que elaborar una copia de la lista de animales que salen para el crematorio cada semana, que nos la firme el señor que recoge las bolsas y así desentendernos de problemas.

En estos momentos no sé qué hacer, si dejar que mi dignidad ofendida hable o pedir a la empresa de retiradas que elabore un certificado que calme estas dudas. La rabieta que me he pillado me dice que no pida nada porque semejante acto no se lo merece, la parte responsable dice que quizás eso sea lo mejor para disipar dudas. Lo curioso es que estas empresas sólo pueden certificar lo que nosotros les hemos certificado previamente, que este perro o gato es efectivamente tal perro o gato y no otro. Es decir, un certificado de un certificado. Eso salvaría mi honor?
Cuando la incineración es colectiva se entiende que la importancia de la identidad de los cadáveres es relativa, van todos juntos al crematorio, no se puede demostrar quien es quien.

En cualquier caso, quiero dejar claro, en mi nombre y en el nombre de las personas que trabajan en nuestro centro, que las mascotas que entran por nuestras puertas son nuestra prioridad, que pretendemos realizar nuestro trabajo de manera decente, honesta y responsable. Que nuestra lucha es hacer lo que hacemos de la mejor forma posible y eso incluye el acto último, la eutanasia y retirada de cadáveres. A este respecto, existe en el  Colegio Oficial de Veterinarios de Guadalajara, una declaración jurada en la que mi título veterinario responde, si eso a determinados clientes les parece poco, lo siento, no puedo ofrecer nada más.

Artículo elaborado por: Mª Luisa Pastor Martínez. Veterinaria colegiada 742


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