CUANDO NUESTRA MASCOTA SE COME LAS HECES...


COPROFAGIA

Hoy hablaremos un poco de un tema un tanto “escatológico”, pero que es una consulta frecuente en la consulta diaria.

“Mi perro se come sus heces. Incluso las heces de otros perros!!!!”



La coprofagia es la ingestión de heces.

Es un comportamiento más habitual en perros que en gatos. Consumiendo no solo sus propias heces sino también las de otros perros e incluso las de animales de otras especies (gato, caballo, oveja, etc).
En las personas, es un comportamiento que resulta repulsivo, sin embargo es algo bastante común en los perros y tiene como origen distintas motivaciones:
- Comportamiento maternal: las perras limpian la zona anogenital de sus cachorros en sus primeros días de vida. Con ello no solo consiguen estimular el que sus crías orinen y defequen, sino que también ingieren las deposiciones para mantener limpio el nido. Este comportamiento maternal se mantendrá hasta que los cachorros sean capaces de deambular y salir del nido.
- Los ejemplares caninos jóvenes cuando comienzan a explorar su entorno, intentan obtener de él la mayor información posible, para ello emplean todos sus sentidos, incluso probar las heces parece ser parte de un comportamiento exploratorio normal. En este punto podemos entender que los cachorros mantenidos en entornos pobres de estímulos (jaulas, habitaciones “estériles”, etc) usarán la coprofagia como una salida exploratoria.
- Por raro que parezca, según algunos estudios, las heces contienen ácido desoxicólico. Esta sustancia favorece el desarrollo neurológico, por lo que el consumo de heces en animales jóvenes podría influenciar positivamente en dicho desarrollo.
- A las personas nos resulta difícil de entender, pero los perros parecen disfrutar con el consumo de heces (por su olor, sabor, textura, etc) en particular si son heces de gato!!!
- Perros con excesivo apetito pueden buscar la materia fecal como una forma de saciarse (como perros con hipertiroidismo o en tratamiento con corticoides).
- Para llamar la atención de su dueño: algunos perros descubren que cuando ingieren heces reciben la atención inmediata del dueño (aunque esté cabreado) con lo que emplean este comportamiento para obtenerla.
- Patologías capaces de inducir coprofagia:
o Perros con síndrome de malabsorción (como el que ocurre en enfermedades intestinales o en la insuficiencia pancreática exocrina) buscarán en las heces el conseguir ciertos nutrientes esenciales.
o Perros alimentados de manera inadecuada (dieta deficiente, inapropiada, etc) pueden buscar en las heces las calorías que no reciben en su alimento habitual.
o Ansiedad: perros con trastornos de ansiedad pueden consumir heces (mecanismo de defensa).
o Comportamiento compulsivo: es raro, pero los perros pueden comer heces como parte de su trastorno compulsivo.

Aunque la coprofagia puede aparecer en perros de cualquier edad, es más frecuente en los ejemplares jóvenes. Ocurre tanto en machos como en hembras y en ejemplares de cualquier raza canina sin preferencia por alguna de ellas.

Puede suceder tanto si los dueños están presentes como si no lo están, sin embargo, la presencia o ausencia del propietario durante el consumo es importante a la hora de averiguar la causa de este comportamiento.

Este problema puede suceder de manera “intermitente” o siempre que el perro tiene acceso al material fecal.

La coprofagia es muy rara en los gatos.

Factores de riesgo o que contribuyen en la aparición de la coprofagia:
- Cuando los perros se mantienen en patios o locales pobres de estímulos ambientales.
- Poco ejercicio.
- Pocas o cortas sesiones de juego y diversión.
- Dietas insuficientes, desequilibradas, inapropiadas para la edad, raza o necesidades del perro.
- Trastornos de ansiedad
- Acceso fácil a las bandejas de las deposiciones de gatos.

A la hora de tratar este comportamiento es necesario:
1.- En primer lugar:
- Evaluar el estado sanitario de la mascota, lo cual incluye un estudio completo de su aparato digestivo (analítica sanguínea, exploración general).
- Análisis de las deposiciones: frecuencia, carácterísticas físicas y análisis laboratorial.
- Conocer si el animal recibe medicación que puede alterar tanto el apetito como la composición de las heces. O si otros animales de la casa la reciben en el caso en el que el perro se coma las heces de otros compañeros.
- Evaluar la dieta que recibe: calidad, cantidad, manejo de la dieta (rutinas de alimentación)
- Manejo del perro: sesiones de juego, diversiones, etc
- Sesiones de ejercicio diarias
- La existencia de cambios en el hogar, anteriores o posteriores al comienzo del comportamiento coprófago.

2.- En segundo lugar: recabar toda la información posible sobre ese comportamiento. Como la edad a la que comenzó, el contexto en el que ocurre (durante los paseos, en presencia/ausencia del dueño, etc), si se come sus heces o las de otros animales, cómo es su entrenamiento, cómo responde el dueño a ese comportamiento. Cómo se maneja la materia fecal (frecuencia de limpieza de la zona de deposiciones, etc.)


Descartados problemas médicos o la existencia de una patología, el manejo de un animal que consume heces puede ser el siguiente:
- Reducir el acceso a las heces: alejarlos de las deposiciones con rapidez durante el paseo, limpieza frecuente de la zona sucia.
- Antes de permitir un paseo no supervisado de nuestra mascota, nos aseguraremos de que nuestro perro ya ha defecado y el área de juegos está libre de material fecal.
- En el caso de la ingesta de heces de gato: colocar las bandejas sanitarias de los gatos lejos del acceso del perro o sustituirlas por bandejas cubiertas.
- Aumentar la frecuencia y duración de las sesiones de juego y ejercicio.
- Enriquecer el ambiente de la mascota con juegos interactivos (juguetes tipo Kong, escondiendo comida, etc).
- Enseñar al perro la orden “déjalo” para alejarlo de las heces.
- Recompensar al perro cuando defeque, para que espere el premio en vez de buscar otras heces.
- Cambios en la dieta: aunque no han sido validadas por estudios se han ensayado distintos métodos:
o Cambiar la dieta por otra menos digerible: al adicionar fibras o aceite vegetal las heces son más blandas y menos “apetitosas” (a los perros les gusta menos las heces blandas).
o Adicionar enzimas que alteran la calidad de las heces y las hacen menos atractivas.
o Adicionar sustancias amargas o picantes, como la cayena, rociadas sobre las heces. Con resultados variables, porque no han sido pocos los que han descubierto en su perro a un verdadero fan del picante!
- Uso de collares: lo collares rociadores accionados por control remoto, son aquellos que son activados por el dueño cuando su perro olisquea las heces. Estos collares liberan un gas desagradable (habitualmente con esencia de citronella) para el animal. Hay que usarlos con moderación porque pueden aumentar la ansiedad o conseguir que el perro tenga miedo a defecar o a salir a la calle (sobre todo en perros que solo pasean para defecar). Se desaconsejan los collares eléctricos para este fin.
- El condicionamiento con eméticos: consiste en adicionar a las heces sustancias eméticas (como la apomorfina). Estas sustancias producen un cuadro de vómitos de corta duración de acción. Esto hace que el animal sienta náuseas o malestar tras la ingesta de deposiciones, con lo que aprende a evitar las heces. Es un método que resulta habitualmente inefectivo.
- En el caso de que la coprofagia forme parte del cuadro sintomatológico de un trastorno de ansiedad, ésta deberá ser tratada de manera adecuada.

Es aconsejable que todos los perros coprófagos sean desparasitados mensualmente me manera preventiva. Aún más si lo que consumen son las deposiciones de otros animales.

Hay que advertir que la coprofagia puede persistir a pesar de todas estas medidas, sobre todo cuanto más tiempo lleve instaurado ese comportamiento.

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