La historia de Rex.



La historia de Rex es un tanto particular. Por eso, he decidido reflejarla aquí. No sé si para bien o para mal.

Rex es un ¾ de pastor alemán, tiene 7 meses, macho, increíblemente dócil y educado. Su único problema es, como buen cachorro de pastor alemán, que se lo come todo. Es un aspirador peludo y canino que se lleva a la boca todo aquello que le llama la atención, y también lo que no.

Su propietario le obsequió, en contra de las más básicas recomendaciones de los veterinarios, con un plato a base de pezuñas de cerdo. Eso derivó en un colosal cuadro de diarreas. Después de cuatro días de heces líquidas y empezando a vomitar nos lo traen a la consulta.

Se le realizan radiografías y analítica sanguínea básica, lo que permite diagnosticar un cuadro de gastroenteritis severa y aguda por imprudencia dietética. Como está deshidratado le dejo ingresado para recibir fluidos intravenosos así como la medicación oportuna.
Tras 24 horas de ingreso, Rex ya no vomita, no tiene diarreas y comienza a comer tímidamente. Se encuentra animado y con ganas de jugar. Es devuelto a sus dueños con la recomendación de dieta blanda de fácil digestión estricta y los medicamentos adecuados. Se advierte de la importancia de controlar las manías de Rex por ingerirlo todo y les solicito que nos mantengan informados de cualquier complicación.

Dos días más tarde del alta médica telefonea la propietaria diciendo que el día anterior Rex había vomitado dos veces, pero que ahora se encontraba mucho mejor. Como no se quiso comer la dieta prescrita le ofrecieron todo aquello que el perro quería y más le gustaba en contra de nuestras recomendaciones, tampoco le han dado la medicación. Pero ahora no quería comer y no defecaba. Al pedirle que nos describa el vómito nos cuenta que es oscuro y huele a heces.
Este dato es alarmante en extremo, ya que indica que no existe tránsito de alimento hacia recto, sino que las heces le están saliendo por la boca. Explicamos la gravedad del hecho y, como sus propietarios no pueden acercar a Rex en ese momento a la clínica, somos nosotros los que con nuestro vehículo vamos a recogerle a casa.
La exploración inicial nos hace sospechar de una obstrucción intestinal por invaginación. Solicitamos los servicios urgentes del ecografista veterinario, el cual, dos horas más tarde nos confirma nuestras sospechas. Efectivamente, Rex sufre una invaginación intestinal a nivel de la válvula ileo-cecal, complicación grave de un cuadro de intensas diarreas.

La invaginación intestinal ocurre pocas veces. Lo que sucede es que, la irritación grave del intestino hace que éste sufra espasmos, lo que unido a un tránsito intestinal aumentado, facilita que un asa intestinal se deslice por dentro de otra. Para que se entienda fácilmente, es como cuando nos quitamos un calcetín o un guante y este queda del revés, una parte dentro de la otra. Esto impide el tránsito intestinal y acabará derivando, si no se soluciona, en una perforación intestinal, peritonitis, sepsis y muerte del animal.


La cirugía consiste en “estirar” el intestino, devolverle la normalidad y el tránsito eliminando el lugar por el que se ha “doblado”. Bien sea tirando suavemente de los extremos (si el estado del intestino lo permite), bien cortando la zona dañada y volviendo a empalmar y coser los extremos sanos.


Se presupuesta la cirugía y se prevén dos días de hospitalización. Los propietarios rechazan la opción de operar a Rex y deciden su eutanasia.

Por casualidades de la vida, y porque el trance de eutanasiar a un animal no es agradable para nadie, la eutanasia de Rex se postpone hasta el cierre del centro.

Media hora después de hablar por teléfono, la propietaria nos llama y nos dice que, si no se ha eutanasiado a Rex podemos operarle.

Se prepara felizmente el quirófano y material apropiado para la intervención intestinal de Rex. No obstante, cinco minutos antes de la cirugía se telefonea a la dueña para informarle detalladamente de las complicaciones quirúrgicas y postquirúrgicas, porcentaje de éxito y mortalidad asociados a este tipo de intervenciones y demás detalles. La propietaria solicita la garantía de la intervención, hecho que ojala pudiéramos garantizar pero que es imposible para todo médico, veterinario o cirujano. La propietaria decide nuevamente la eutanasia de Rex.

Dado que el material está listo y Rex nos mira con cara de pena. Decidimos que vamos a operar. Si Rex muere en la cirugía o por las complicaciones derivadas no cobraremos nada a sus dueños. Si por el contrario, Rex vive y prospera, sus dueños deberán abonar los costes, aunque sea en dos o tres plazos, pero que lo adecuado es luchar por la vida de Rex ya que tiene bastantes posibilidades de prosperar. El presupuesto sigue siendo el mismo que el aportado en un inicio: 550 euros. Lo cual incluye la cirugía completa y dos días de ingreso en la clínica.

Se interviene a Rex. La cirugía acaba felizmente a pesar de que le hemos tenido que quitar 36 centímetros de intestino, entre los que van la válvula ileo-cecal. El tránsito intestinal se recupera en cinco minutos. Rex bebe con normalidad al día siguiente y come a las 48 horas. Está contento, feliz, juguetón y es un verdadero tormento dentro de su jaula de ingreso. Muerde los barrotes y está muy inquieto.

Se le da el alta un domingo por la mañana, con las recomendaciones lógicas de reposo absoluto y dieta estricta hasta que sea valorado a la mañana siguiente.

El lunes Rex regresa a la consulta. No ha guardado reposo y viene, literalmente, con las tripas colgando. Ha reventado cuatro capas de puntos. Como sus dueños no le pueden acercar al centro somos nosotros quienes nuevamente vamos a su casa a recogerlo. Según su dueña, Rex ha guardado todas las recomendaciones. Según su dueño, como le veía muy bien estuvieron jugando. El caso es que Rex viene mal y le cuelgan más de 30 centímetros de intestino, el cual arrastra por el suelo.
Cuando se realiza una cirugía abdominal se dan CUATRO capas de puntos. Es imposible que fallen las cuatro capas por un error quirúrgico, pero es muy fácil romper la tensión del hilo si el perro no guarda el reposo apropiado. En este caso, y para nuestra desesperación, Rex no ha guardado NADA de reposo.

Los propietarios son informados del alto riesgo de peritonitis, complicaciones añadidas a la cirugía primera, sepsis y muerte por el hecho de habérnoslo entregado con las tripas rozando por el suelo. Además, ha de ser nuevamente intervenido.

Tras la segunda cirugía Rex reinician las tomas de alimento a las 12 horas. Su apetito es voraz. No obstante apreciamos que las heces son líquidas en extremo, hay muchos gases, borborismo y flatulencias. Sospechamos de la posibilidad de nuevas complicaciones en su caso, entre ellas, una pancreatitis o una insuficiencia pancreática exocrina.
Tras las pruebas oportunas el laboratorio nos informa de que la producción de enzimas pancreáticas de Rex es un tanto deficiente. Esto implica que necesitará en un futuro un pienso adecuado a sus necesidades y la suplementación de esas enzimas en su alimento. Es decir, necesita un pienso de gama alta y dos pastillas mezcladas con su comida, por una temporada muy larga, quizás toda su vida. Por lo demás está bien. Nosotros esperamos que, como es un cachorro, la insuficiencia pancreática sea solo temporal, pero como es algo que no podemos predecir, en un principio partimos de que, posiblemente, pueda necesitar suplemento enzimático de por vida.

Rex queda ingresado en la clínica hasta que pase el peligro. Un total de tres días, periodo durante el cual sus dueños son informados dos veces al día de la evolución de su perro y se les pide que pasen por las tardes para pasearlo y que se muestre más tranquilo con nosotros. En ese tiempo su apetito se recupera con normalidad, conseguimos el control de sus heces blandas y comienza a ganar peso. Está muy inquieto en la jaula porque no piensa nada más que en jugar y saltar.

Curiosamente, 24 horas después de informar a sus dueños de la existencia de una insuficiencia pancreática exocrina como complicación posiblemente a largo plazo, acuden a nuestro centro (esta vez sí tienen coche) para solicitar la eutanasia de Rex.

Nuestro desconcierto es mayúsculo. Rex está muy recuperado, come con normalidad, quiere correr, saltar, sus deposiciones son normales. Está SANO. Pero sus dueños quieren que lo sacrifiquemos por:
- No quieren un animal al que quieran medicar, en un principio, de por vida.
- Se quejan de que no han sido informados detalladamente de las posibles complicaciones de un cuadro inicial de gastroenteritis.
- Piensan que se le han dado cuatro diagnósticos diferentes, cuando no es así. El diagnóstico es correcto: una gastroenteritis por imprudencia dietética inicial. El resto son complicaciones graves imposibles de predecir. La invaginación intestinal es una complicación de unas fuertes diarreas. La apertura de las heridas quirúrgicas es una complicación por la falta de cuidados. La peritonitis es una complicación derivada de llevar las tripas a rastras por el suelo. El fallo pancreático es una consecuencia no previsible de todo lo anterior.

Nosotros decidimos que no vamos a eutanasiar a Rex, es un perro sano y feliz, aunque vaya a necesitar un par de pastillas con el pienso. Les pedimos que nos abonen la factura de los gastos y nosotros buscaremos un buen hogar para el animal. Puesto que entendemos la situación económica de los propietarios y dado que la situación ya es de por sí tensa, solo les pedimos que nos abonen el precio acordado en un principio, el de la primera cirugía con sus dos días de ingreso.

Los dueños no quieren pagar ningún gasto, argumentan que Rex no ha quedado “perfecto” y “normal” tras la cirugía. Se retractan del pacto inicial en el que solo no nos pagarían si Rex moría. Solo quieren abonar el precio de la eutanasia y retirada del cadáver. Ni siquiera quieren ver al perro, el cual en esos momentos estaba en la sala de peluquería secándose el pelo (le estábamos poniendo guapo para sus dueños). No querían recuperar a Rex, ni siquiera querían verlo. Solo deseaban eutanasiarlo!!!!!!!

Por desgracia, acabó todo en una discusión. Sus dueños no entendían o no querían entender la progresión de complicaciones del caso, no entendían o no aceptaban su implicación en el caso, en cuanto a falta de cuidados, falta de atención y falta de afecto por su mascota.
Nosotros no entendíamos cómo después de todo el esfuerzo por salvar la vida de Rex, tanto logístico del centro como personal, y ahora que estaba todo bien, querían sacrificarlo. El dinero no era un problema para nosotros, puesto que les permitíamos abonar el importe a plazos. Tampoco le veíamos problema a echarle dos pastillas en el pienso cada vez que comiera.

Ahora Rex vive en la clínica, está recuperado casi por completo (en ese casi participa Rex, que no para de comerse todas las guarrerías que encuentra). Según han ido pasando los días hemos ido retirando la medicación oral aunque me temo que aún tenga que tomar pastillas una temporada. Está siendo alimentado con Royal Canin Pastor Alemán Junior y eso nos ha permitido dejar la medicación oral después de 10 días!!!!!!. Sus heces CASI son normales (alterna heces normales con heces blandas), está feliz, solo piensa en jugar y correr y se está destrozando la nariz de tanto luchar por salir de la jaula. El mayor problema reside en encontrarle un propietario que realmente le quiera y le atienda.

Desde aquí solicitamos la búsqueda de ese propietario. Rex ha sobrevivido a tres órdenes de eutanasia de sus antiguos dueños, es un superviviente nato.

REGALAMOS PASTOR ALEMÁN MACHO, DE 7 MESES DE EDAD, ACTIVO, JUGUETÓN Y MUY CARIÑOSO, A LA PERSONA QUE SE COMPROMETA A CUIDARLO Y ATENDERLE COMO SE MERECE. PODÉIS IR A VERLO A LA CLÍNICA.

Nosotros no podemos quedárnoslo, es una pena. Si sabéis de alguien que lo quiera, por favor, poneros en contacto con la clínica.

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